Ad Libitum. By Oer-Wout |
En 1936 la escritora norteamericana Djuna Barnes publicó El Bosque de la Noche, una historia compleja y oscura, que se desarrolla entre la Europa y América de los años 30. Esta novela es un texto canónico dentro de la literatura queer, que no idealiza ni maquilla la vida de los "invertidos", sino que a través de cinco personajes, sus vida interiores, sus problemas y obsesiones logra retratar de forma encarnada y explícita las experiencias de aquellos seres marginalizados de la sociedad de la época.
El relato, narrado de forma hermosamente poética, gira en torno a Robin Vote. Esta mujer, o más bien este ser, irónicamente a pesar de ser el centro de la historia es aquel del que menos se conoce, ya que la vemos a través de los ojos de los otros personajes: es la esposa del Baron Felix Volkbein, la amante de Nora Flood y Jenny Petherbridge, y la amiga y paciente del doctor Matthew O'Connor. Pero más allá de su nivel de relación, Robin aparece como el máximo ejemplo del ser liminal, de aquel personaje que se encuentra en el límite de la sociedad, por fuera de las normas, las restricciones: en resumidas cuentas es la encarnación de la depravación absoluta.
Djuna Barnes |
El punto de unión entre todos los personajes es el doctor O'Connor, travestido que pretende ejercer la medicina, y que conoce y presenta a todos los personajes. En un inicio está el Barón, obsesionado por recuperar la gloria y la elegancia de la antigua Europa, Está en la misión de continuar con su linaje noble, por lo que busca a aquella mujer digna de cargar a su hijo. Fascinado con la figura misteriosa de Robin, tendrá un hijo con ella: Guido, quien es un niño pequeño y enfermizo, más propenso al frenesí religioso que al mundo de la nobleza. Felix se dará a tiempo cuenta de la inutilidad de intentar retener a su esposa, quien se siente encerrada y no soporta al pequeño. Así, Robin huirá y se refugiará con Nora, norteamericana encargada de un salón.
La relación con Nora es obsesiva: Robin es la encarnación de la ambivalencia, siempre en busca de un hogar, pero al tiempo incapaz de permanecer quieta por mucho tiempo; vaga por las calles de París en la noche, de unos brazos a otros, con la mirada perdida. Nora, desesperada la persigue y sufre al no poder poseerla, o si quiera entenderla. Como es de esperarse Robín encuentra una nueva persona con quien huir durante una fiesta: Jenny Petherbridge, viuda 4 veces, quien no está tan interesada en Robin como en robarle la felicidad a los otros.
Pero más allá de las historias de desamores y engaños, El Bosque de la Noche es una novela que trastorna el concepto normativo de género, rompiendo las fronteras de las definiciones de "femenino" y "masculino": Robin aparece como la máxima figura del tercer sexo, de aquel que se sale del orden binario y a través de lo erótico desata una fuerza revolucionaria. El reino de Robin, el bosque de la Noche, es lo onírico, el espacio de la voracidad, de lo salvaje que no puede ser domado ante las expectativas de la sociedad. En contraposición está el reino de Nora, el día, en el que todo es claro; ella es demasiado políticamente correcta, demasiado bien intencionada..
Nora sabe que para comprender a Robin, tiene que comprender el oscuro mundo de la noche parisina. De esta forma, en el capítulo "Vigilante, ¿Qué me cuentas de la noche?" O'Connor intenta explicar esta división:
Djuna Barnes. Book of repulsive women. Wikipedia. |
¿Y qué hay de nuestro propio sueño? No vamos nosotros a él con mejor disposición y la engañamos con la virtud de nuestros días. Nosotros observamos la continencia durante mucho tiempo, pero en cuanto nuestra cabeza se hunde en la almohada y nuestros ojos dejan el día, acude una legión de juerguistas, dando y recibiendo. Nosotros despertamos de nuestras fechorías bañados en sudor, porque han sucedido en una casa sin señas, en una calle que no es de ninguna ciudad, poblada por unas gentes que no tienen nombre por el que podamos negarlas. [...]
¿qué hay de la noche, la noche terrible? La noche es la alacena en la que tu enamorada guarda su corazón, ella es el ave nocturna que picotea su espíritu y el tuyo, dejando caer entre ella y tú la horrible enajenación de sus entrañas. El goteo de tus lágrimas es su pulso implacable.
Las criaturas de la noche no entierran a sus muertos, te los ponen al cuello, a ti, su enamorada que vela, de tu cuello los cuelgan, despojados de la corteza de sus gestos. Y donde tú vayas irá contigo, tú, viva, con la muerta de ella que no quiere morir; hacia la luz, hacia la vida, hacia el dolor, hasta que las dos seáis carroña. [1]
Las palabras del doctor O'Connor actúan como profecía; Robin y Nora no pueden mantenerse alejadas, aunque esto las destruya. A la manera de una tragedia griega, el destino cae sobre ellas pesadamente: Nora se construye a lo largo del relato desde la pérdida de aquel ideal inolvidable e inalcanzable, y su placer se encuentra en el continuo sufrimiento de jamás alcanzarlo. A su vez, Robin encuentra en Nora ese lugar al que pertenece, ese refugio aunque sea de manera efímera, y llegue a destruirlas. Al final todo se resume a un problema: ¿cómo poseer aquello que es indomable?
[1] Barnes, Djuna. (1987) El bosque de la Noche. Editorial Seix Barral. Barcelona. Págs. 103-105.
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